Prometió la vida eterna y la sufro
a cada paso.
Prometió el cielo entero y la niebla cayó en mi
regazo.
Prometió la luz cuando la noche cubrió mis brazos.
Lo seguí toda la noche y mis noches se alargaron.
Un día no volví a ver pues ciego
ante la luz me he vuelto,
me quema y despedaza desde adentro.
Vi sus ojos y
me perdí en ellos,
sentí su cuerpo y me dejó sin aliento.
Dice que vistió de guerra
y que en las fiestas se vistió de antiguas nocturnas.
Dice que la sangre de otros corre por sus venas y
calienta su ser,
ese ser tan mórbido y sensual que atrapa a los jóvenes
al obscurecer.
Me invitó a noches largas que jamás
han terminado,
y ahora tengo miedo de vivir esa eternidad
que con la niebla y el cielo entero cayó sobre mi
regazo
aquella noche cuando las tinieblas cubrieron mis
brazos.
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