Me enseñaste que el licor era la brisa,
la brisa que
acaba con la vida,
me enseñaste que
el tabaco era la bruma,
la bruma que la
muerte canaliza.
Aprendí de ti tantas cosas,
me alejé
de lo poco que bebía,
sentí las
ganas de dejar el humo
que se
esparce por la vida entre fumadas.
Me enseñaste que la soledad no era cosa mala
y entendí
que solitario con tanta gente corro por la vida.
Por todo
aquello que tú me enseñaste,
me
gustaría en esta vida conservarte.
Mi gran amigo que en tan poco tiempo me enseñaste.
Ahora
entiendo mi soledad y me he quitado aquel vacío
que
sentía por mi vida solitaria,
y
quisiera que mi vida solitaria junto a ti, amigo, fuera.
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