Hay días en
que una sonrisa no te ayuda a remediar el dolor,
días en que una caricia no te hace sentir las bondades
del mundo,
días en que la confusión se apodera de tu ser,
la desesperación lo hace de tu cuerpo.
Días de
estrés, de sentimientos encontrados y dolor,
días en que sientes que se ha apagado la luz del sol,
días que en que no puedes levantarte para volver a caer,
en que sientes que todo te abandona.
Y en esos
días tan fríos, de siniestras premoniciones,
cuando crees que ya nada puede ir peor y siempre es peor,
de repente encuentras que existe una luz, un resplandor,
y escuchas latir un corazón...
Y de pronto
todo está mejor, a lo mejor no del todo, pero mejor,
y la vida vuelve a tener sentido, y la confusión se
aleja,
y tu sueños vuelven a latir, vuelves a sentir,
y sabes que es porque un amigo está cerca.
Y sabes que
si caes, su mano te endereza,
que si pierdes rumbo, nadie mejor que él te aconseja,
que si abres tu corazón y confías, puedes tenerlo todo,
porque un amigo siempre puede hacerte tu día.
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